domingo, 29 de marzo de 2020

The night

Extracto de una publicación de mi blog oculto.

¨The night.¨

La noche de ayer un DJ salvo mi vida.

Venia del trabajo rumbo a mi casa. Con una sensación de soledad y tristeza que impregnaba mi ser.

Caminaba observando las luces de la ciudad pensando en todos mis problemas.

Mis papás quieren que me quede en derecho, y estoy harto de las clases,
mi trabajo apesta. En la universidad todos son unos pendejos. Mi ex me dejó y tengo que pagar la renta, ganar dinero, hacer ejercicio.

Un pensamiento de hastío cruzó mi mente.

Suicidate, güey

La idea rondaba mi cabeza como zopilotes esperando que te caigas en el desierto para comerte.

Yo no pedí venir a este mundo y nacer en esta familia. Yo no pedí vivir en este país. No quiero existir si todo me va mal. Si en la escuela mis profesores son una mierda, hablan y hablan y no se les entiende nada, y mis compañeros también.

En mi trabajo me pagan una miseria, y trabajo 10 horas al día.

La idea seguía dando vueltas en mi cabeza. Como una mala persona susurrándote al oído que hagas cosas malas.

Shhh...suicidate. Tu decides si quieres volver el lunes a la universidad, a ese trabajo culero.

Llego un punto donde mi cabeza me dolía. Y no podía creer que estuviera pensando esas cosas.

Siempre había sido una persona muy positiva, pero desde que mi novia me dejo por otro mas bien parecido, y con mas dinero. Y me grito que era un pendejo sin metas y que iba a terminar en la calle.Y desde que mi jefe se ha estado poniendo muy estricto, con las llegadas tarde; me quieren correr, y yo haciendo horas extras como pendejo. Y el siendo mas mamón cada día.

Y mi papá ya quiere que termine el primer semestre, para que empiece a trabajar en un despacho con unos amigos de el, unos viejos lamebotas del PAN, que se la pasan fumando cigarros, y tomando café y hablando de los table dances, y las putas que se chingan los fines de semana sin que sus mujeres se enteren.

Shhhhh... suicidate. Al diablo con todo. Tomate un raticida, en tu casa hay, o te avientas del cuarto piso de la facultad.

Quería llorar, que mis pensamientos fuera de control pararan.

De repente pase por una zona de bares y cantinas.

Mientras caminaba por los pasajes, escuche un sonido, a lo lejos, que capto mi atención.

Era música que salia de un bar en un segundo piso.

Seguí caminando, no le tome importancia y entonces escuché un redoble de tambores, y el sonido de una trompeta, lazado directo a mi con reververación enérgica.
Un bombo, y una a tarola futurista, tronando, y como ángeles que corean desde el cielo escuche una voz que cantaba, ¨this sound fall into my mind¨.

Me di la vuelta, y me decidí a entrar.

Le pregunte al de la entrada si había cover.

De este hombre misterioso, una voz como venida de un lugar muy profundo, o de algún planeta distante, me dijo:

¨Simon... viene un DJ de Francia. 50 pesos, carnal.¨

Saqué mi cartera, le pagué y me puso un sello en mi mano derecha.

Me dijo: adelante, y una sonrisa picara se dibujo en su rostro y un brillo de una luz roja chocó en su diente de plata, y se dirigió directo a mi ojo, y note algo hermoso en sus ojos rojos.

Subí por unas escaleras.

Y unos segundos después, un sinfín de colores provenientes de los lazers y las luces taladraron mi vista. Y el sonido potente de las bocinas, me rodeo.

La gente bailaba, sola, en la pista. No había parejas. Solo disfrutaban la música y se dejaban llevar en trance hipnótico.

En el centro una bola disco, reflejaba los colores y luces a todos lados. El aroma a cigarro, y humo de maquina, y lavanda me hicieron sentir como en un concierto de Pink Floyd o recorrer el tango.

Y ahí estaba yo. Metido en esta otra dimensión.

Y después de una canción vino otra, y luego otra.

Y la gente se movía de un lado a otro, como poseídos por no se que.

Me dio olor a mota.

Voltee y unos morros estaban prendiendo un gallo, recargados en la pared.

Caminé hacia la barra, entre la multitud, me acerque al bartender y pedí una cerveza. Le pagué, y le pregunté quien estaba tocando; me dijo: un tal, The Mekanism.

Ese nombre se quedo grabado en mi cabeza, tenia que buscar algo de él, en internet, cuando llegará a mi casa.

Me perdí en el lugar. Me fui a una esquina a tomarme mi Tecate roja.

Ahí estuve parado, y mis pies se despegaron del suelo por algunos momentos, mientras cambiaban de un track a otro.

Cada vez venia algo mejor, aveces eran percusiones africanas, y otras veces violines, y pianos con efectos, y lineas de bajo que las sentías en el estomago.

En un momento olvide quien era, a que me dedicaba, donde vivía. Todos estábamos experimentando las mismas emociones en comunión con la música del DJ.

Cerré los ojos y vi las estrellas que habitan dentro de mis parpados. Y me dejé llevar.

Mis pies, seguían el ritmo, y algo se apoderó de mi cuerpo: una sensación energizante, y ganas de moverlo.

Comencé a bailar.

Y bailé, en esa esquina. Mientras miraba la ola de brazos elevados, y los cuerpos balanceandose.

Mi gozo era muy grande, como cuando de niño miras las caricaturas, o juegas con tu perro en el parque.

Mire mi reloj, y llevaba ahí dos horas.

Fui por otra cerveza a la barra: los olores, la gente, y las formas de las luces se movían de un lado a otro.

Me fui al centro de la pista, choque con un muchacho, y no le importo un comino. En otro bar me hubieran cantado un tiro. El solo se hizo a un lado. Deje que esa sensación que me provocaba la música y la bebida se extendiera,
y controlara y mu cuerpo.

Me fui soltando. Bailé, bailé y bailé.

No se cuantas horas pasaron. Y progresivamente, vi que las luces se iban encendiendo, y una multitud con los ojos pelones, seguía en trance, y no se detenía, pese a que ya estaba todo iluminado.

Yo igual, no quise detenerme y seguí bailando.

Poco a poco, la música fue bajando de volumen, hasta que se apago totalmente.

Y toda la gente empezó a gritar con jubilo: ¡yyyyeaaah!. Y a aplaudir con júbilo.

El mismo guardia que me había cobrado, entro por la puerta gritando, se acabo la fiesta. Tenemos que ir desalojando.

Las personas empezaron a dejar sus bebidas vacías sobre las mesas, y algunas parejas salian agarradas de la mano. Muchos llevaban cigarros encendidos.

Poco a poco se fue vaciando el lugar.

Deje mi botella en la barra. Y el bartender volteo, mientras miraba su celular. Le hice un signo de paz con la mano. Y me fui.

Baje las escaleras. Afuera, se divisaba una patrulla que acababa de llegar al lugar de bares, se bajaron dos señores chaparritos de un Nissan Sentra blanco con vidrios polarizados.

Caminé hacia la calle, y vi como entraban al antro los señores. Al parecer iban a ver que todo estuviera apagado.

Mientras iba a la esquina, a pedir un taxi mire mi reloj: eran las 2.30 de la madrugada.

Ya no existían los problemas en mi mente. Todo se reducía a ese momento.

Después de ese viaje astral, había regresado a la tierra, mas positivo que nunca. Con ganas de recomenzar mi vida el lunes.

Le grite a un taxista que se parara, me mando a la verga. Así que me fui caminando, igual vivo a 6 cuadras de ahí.

Llegue a casa, me metí ala cama. Di gracias por esa noche. Porque una persona detrás de unos aparatos electrónicos y una computadora, lanzó esos sonidos al aire. Y me atrapó y me sacó de mis pensamientos negativos
por unas horas. Parecía que alguien lo había puesto ahí para mí. Ese noche había sido feliz.

...continuará.

Nota: es ficción.